La misteriosa empresa fachada de la CIA

Dos de los medios más prestigiosos del mundo: el Washington Post y la ZDF alemana, reventaron la noticia ayer: durante varias décadas, la CIA se enteró de millones de secretos de distintos países, incluyendo Chile, gracias a que una de las principales empresas especializadas en seguridad de comunicaciones del mundo, la suiza Crypto AG era, en realidad, de propiedad de la CIA y del BND, la principal agencia de espionaje de Alemania.

El texto, firmando por Greg Miller, señala que según documentos desclasificados obtenidos por ambos medios, se trataba de una macro operación de inteligencia denominada con dos nombres en clave: “Tesaurus” y después “Rubicón”, gracias a la cual la CIA no solo ganó mucho dinero, sino que recibía toda la información que se emitía y recibía por medio de las supuestas seguras comunicaciones de los países que habían contratado los productos de Crypto AG.

Dicha empresa, detalla el reporte de Miller, comenzó a tener éxito durante la Segunda Guerra Mundial, vendiendo máquinas cifradoras mecánicas para las tropas estadounidenses, luego de lo cual pasó a los circuitos electrónicos y los chips de silicio. “La empresa suiza logró millones de dólares vendiendo equipos a más de 120 países bien entrado el siglo XXI”, precisa el reportaje, el cual añade que “desde los años setenta en adelante, la CIA y su hermana en cuanto a codificación, la Agencia de Seguridad Nacional, controlaron todos los aspectos de las operaciones de Crypto, encabezando junto a sus socios alemanes las decisiones de contrataciones, diseñando su tecnología, saboteando sus algoritmos y dirigiendo sus objetivos de ventas”.

Gracias a lo anterior, la CIA, la NSA (sigla en inglés de la Agencia de Seguridad Nacional) y el BND pudieron supervisar, entre otras, la crisis de los rehenes en Irán en 1979 y darle información de inteligencia a los británicos durante la guerra de Las Malvinas.

No obstante, ni los chinos ni los soviéticos compraron alguna vez los equipos de dicha empresa, pues sospechaban -correctamente- de ella.

La empresa

Crypto AG, explica la investigación, fue fundada por el ruso Boris Hagelin, quien emigró a Suiza cuando los bolcheviques tomaron el poder del país, en 1917, y que en 1940 se estableció en Noruega, y quien creó una máquina de encriptación portátil y fortificada, la Hagelin M-209, que eran armadas en la fábrica de las máquinas de escribir Corona, en New York. Hagelin le vendió 140 mil de ellas al Ejército, con lo cual se hizo de una pequeña fortuna, que le permitió expandir su empresa, la cual empezó a ser absorbida en 1960 por la CIA, la que inyectó dinero a ella, entre otras cosas, para poder efectuar marketing ante distintos gobiernos. En otras palabras, era un caballo de Troya.

En 1969, un año antes de la muerte de Hagelin, el BND se reunió con él y con la CIA, y las dos agencias de inteligencia acordaron finalmente comprar a medias la empresa, lo que hicieron pagando 5.75 millones de dólares, por intermedio de una empresa de fachada ubicada en Liechtenstein, llamada Marxer and Groop, que operaba como cualquier empresa normal, salvo por un detalle: uno de los miembros de su directorio era un agente de la CIA, la cual se refería a la compañía con el nombre en clave de “Minerva”.

Sus símiles chilenas

Por cierto, la estrategia de la CIA de usar una empresa como fachada para otras actividades no es nueva ni exclusiva de dicha agencia. De hecho, tal como se ha establecido en distintas causas judiciales, la desaparecida Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) se apropió de empresa y creó otras para poder efectuar operaciones completamente alejadas de la Ley.

Dentro de las primeras, por ejemplo, figura la pesquera Arauco, que fue cooptada por la DINA hacia 1974, como emana del testimonio de la exagente Liliana Walker, para lo cual se usaba su infraestructura y planillas de pago, pero había algo mucho más macabro de fondo: también se usó con el fin de hacer desaparecer a personas, como lo relata una querella presentada en 2017 en contra de quienes fueron sus directivos.

Otra empresa que manejaba la DINA, y que usó sobre todo para sus operaciones en el exterior, fue “Pedro Diet Lobos Ltda”, nombre que obedecía al de un agente del área económica de dicho aparato de inteligencia, a quien la Colonia Dignidad incluso tenía fichado como “jefe” del área económica de la DINA, y de quien se indicaba que usaba la chapa de “Carlos Lamendro”.

Dicha empresa tenía como su presidente al agente Raúl Iturriaga Neumann y estaba formada por más de 40 oficiales de la DINA, incluyendo a su subdirector, Pedro Espinoza y a Augusto Pinochet Hiriart, por aquel entonces oficial de Ejército.