Uno de los negocios más opacos de todo el mundo es el de las compañías tabacaleras, quizá la principal industria de venenos legal del mundo (junto con el alcohol), que en Estados Unidos ha enfrentado millonarias demandas desde los años 60 en adelante y que, en Chile, ha sufrido también el embate de distintos grupos de presión.
Pese a ello, las tabacaleras, y una de ellas en particular, siguen gozando de muy buena salud en este país, ya que pese a todas las campañas educativas, el consumo de cigarrillos sigue creciendo entre los jóvenes.
Se trata de la antigua Chiletabacos, hoy reconvertida en British America Tobacco (BAT) Chile, la cual maneja el 93% del mercado legal del tabaco en el país, y que está dirigida por un variopinto directorio, formado por figuras de la dictadura militar y de la ex Concertación de Partidos por la Democracia. BAT Chile es una subsidiaria de BAT, empresa que según Forbes tiene ventas anuales, a nivel mundial, por 32 billones de dólares. El valor de la compañía es superior a los 90 billones de dólares.
La propiedad de la filial chilena, en tanto, pertenece en casi un 97% a dos empresas de origen británico que a su vez son de BAT. Se trata de Weston Investment Limited, una empresa dedicada a las inversiones en todo ámbito, que posee el 50.01% de BAT Chile y Abbey Investment Company, que tiene el 13.36%. Ambas tienen domicilio en Londres.
El otro socio importante es una empresa constituida en Chile, pero cuyos capitales son igualmente foráneos: Inversiones Casablanca SA, cuyas oficinas se encuentran en el exclusivo edificio de Isidora Goyenechea 3000, en Las Condes, donde se sitúan algunas de las más importantes compañías chilenas y extranjeras que operan en el país. Casablanca SA posee el 33.53% de la propiedad. El resto de las acciones se distribuye entre varios bancos y corredores de bolsa, según detalla la Comisión para el Mercado Financiero (CMF).
Es que el fumar, esa pulsión autodestructiva tan adictiva, siempre ha sido un muy buen negocio, y los británicos lo saben muy bien, así como (no por nada fueron capaces de erigir uno de los mayores imperios que ha conocido la humanidad) también saben muy bien que la única forma de que una industria como esa pueda perdurar es con el favor de gobernantes de uno y otro sino.
En dicho sentido, no es de extrañar entonces que, como sucede en prácticamente todas las grandes empresas chilenas que están sometidas a regulación por parte del Estado y que, además, son frecuente blanco de críticas y polémicas, BAT Chile posea un directorio compuesto por figuras emblemáticas de la derecha y la izquierda.
El presidente del directorio, de hecho, es el exministro de Augusto Pinochet Carlos Cáceres Contreras, quien ejerció como titular de hacienda entre 1983 y 1984, y luego como ministro del Interior, entre 1989 y el fin de la dictadura, en 1990. Desde entonces a la fecha se ha vinculado a diversos directorios de grandes empresas, pero en general mantiene un perfil público bastante bajo, el que solo rompió en 1999, cuando salió a defender a Pinochet, mientras este se encontraba detenido en la londinense The Clinic, detenido a la orden de captura que había emitido en su contra el juez español Baltazar Garzón.
El vicepresidente del directorio es el abogado Roberto Guerrero del Río. Militante de la UDI, igual que Cáceres, fue socio de Jovino Novoa en el estudio jurídico “Guerrero Olivos, Novoa y Errázuriz” y se vio implicado en el caso SQM.
Los otros dos miembros chilenos del directorio de BAT son Jorge Rodríguez Grossi y Karen Poniachik Pollak. El primero es ingeniero comercial y economista, y fue presidente del Banco Central y de Codelco, además de ministro de Economía y Energía en el gobierno de Ricardo Lagos. Durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet ocupó nuevamente la cartera de Economía.
Karen Poniachik, por su parte, es periodista y se desempeñó como ministra de Minería en el primer gobierno de Michelle Bachelet.
El quinto miembro del directorio de BAT Chile es el uruguayo Jorge Davyt, que trabaja desde 1995 en BAT.