Sobre Sunnitas y Chiítas, breve guía para entender al Islam

Medio oriente está que arde nuevamente, aunque esta vez el problema pareciera de mayor entidad, a consecuencias del asesinato, por parte de un drone estadounidense, de uno de los hombres más importantes del régimen chiíta de Irán, el general Qasem Solemaini, jefe de la División Al Quds de la Guardia Revolucionaria, quien murió en el aeropuerto de Bagdad, en un ejecución que muchos no comprenden, pues Solemaini fue una pieza fundamental en contra de ISIS (también conocido como Estado Islámico), grupo de origen Sunnita.

Así, para entender un poco las divisiones que existen en el mundio musulmán, es necesario entender algo de la religión islámica y especialmente de su creador, Mahoma (o Muhammad, o Mohamed).

El profeta (como le dicen sus seguidores) nació  el año 570 en La Meca, actual Arabia Saudita, en el seno de una tribu nómade, pero quedó huérfano muy luego, pues su padre, Abdalá, falleció cuando tenía pocos meses de vida, mientras su madre, Amina, dejó de existir cuando él seis años.

Debido a ello, el pequeño Mahoma se crió junto a una nodriza de nombre Halima y posteriormente quedó a cargo de su tío Abudalib, quien a los 12 años lo llevó a Palestina y Siria. A los 25 años Mahoma se casó con una viuda de 40 años, Jadidja, quien poseía una venta de camellos y de cuya unión nacieron cuatro hijas. Cuando Mahoma tenía 40 años acudió hasta una cueva del monte Hirá, donde habría tenido una serie de visiones.

Según relata la historia, el año 612 se le apareció el arcángel Gabriel, quien le entregó un lienzo y le ordenó que leyera, lo cual Mahoma pudo realizar, pese a que era analfabeto. Posteriormente, dice la tradición musulmana, Gabriel se le apareció en varias oportunidades y de a poco le fue dictando una serie de códigos morales y preceptos que son llamados El Islam (cuya traducción sería “sumisión” o “paz”).

Mahoma relató lo ocurrido a sus parientes y los convenció de la efectividad de sus encuentros, generando un círculo de seguidores a los cuales instruyó durante tres años sobre algunas “verdades” fundamentales, basadas en que existe un sólo Dios que se ha revelado de maneras distintas a los diversos pueblos.

Por ello, dijo que los cristianos habían transgredido las enseñanzas de Dios pues son politeístas (dado que según los musulmanes adoran a una trinidad: Dios, Jesús y la Virgen) y a los judíos los acusó de falsear el mensaje histórico de la Biblia, al arrogarse ser “el pueblo elegido”. El Islam acepta el Antiguo Testamento y la existencia de Cristo y María (Maryam) y el que ésta fuera supuestamente virgen, pero niega la calidad de Jesús de hijo de Dios. A cambio de ello, proclama que éste que fue el más grande profeta de todos los tiempos.

Todo lo anterior fue después sistematizado en el Corán (que significa “lectura”).  Junto con lo anterior, el Islam gira en torno a cinco preceptos, en ninguno de los cuales, como es obvio, puede advertirse ni la más mínima invocación a la violencia:

  1. Shadad (el principio de que hay un solo dios y que Mahoma es su profeta).
  2. Salat (la oración, que se debe efectuar cinco veces al día en dirección a La Meca).
  3. Siam (el ayuno en el mes de Ramadán).
  4. Zaka (la limosna) y
  5. Hajj (peregrinar al menos una vez en la vida a La Meca).

Tras las supuestas revelaciones divinas, Mahoma partió al oasis de Taif, donde no logró captar nuevos adeptos, por lo que marchó con su clan a la ciudad de Medina, en un largo viaje que se conoce como la Hégira y que comenzó el 16 de julio de 622, fecha que ahora es el año nuevo musulmán. Es allí donde logró imponerse militarmente sobre otros clanes, decidiendo también que, luego de crear el Estado árabe, la fe monoteísta debía ser defendida por las armas, logrando expulsar a los judíos que habitaban Medina.

Luego de lo anterior atacó Bizancio en dos oportunidades y La Meca, hasta que en el 630 conquistó esta ciudad y la proclamó capital de su reino.

La división

Mahoma murió dos años más tarde, sin dejar descendencia masculina, lo que generó la división entre chiítas sunnitas, puesto que antes de su fallecimiento (y cuando ya su mujer ya había dejado de existir) Mahoma se rodeó de un harem de mujeres jóvenes, siendo su favorita Ayesha.

Cuando se desató la disputa por el poder, tras la muerte de Mahoma, finalmente fue él padre de esta, Abú Bakr, quien consiguió hacerse del poder y se convirtió en el primer califa, gobernando entre los años 632 y 634.

Fue Abú Bakr quien comenzó el trabajo que culminó con la sistematización  de la Sharía (la ley islámica) y de la Sunna (los dichos de Mahoma), época también en que surgió el concepto de Yihad, que significa literalmente “esfuerzo especial” (en favor del Islam). Tras los reinados de Omar (634-644) y Othman (644-661), descendientes de Abú, el cuarto sucesor logró ser Alí Ibn Talib, quien era sobrino de Mahoma y que, de hecho, siempre lo acompañó, pero fue asesinado por los descendientes de los Omeya (los hijos de Abú), la misma suerte que corrió su hijo Hussein. Tras ello, nacieron los Shiat Alí, o seguidores de Alí.

Los fieles a Alí, que exigían que el reino fuera para los hijos de éste (Hussein y Hassan) se convirtieron en lo que hoy conocemos como la chía o chiísmo, que hoy es la vertiente minoritaria en el mundo árabe, a excepción de Irán y El Líbano.

En el primer país, el chiísmo es la religión oficial desde el año 1501 y, además de mantener los cinco preceptos clásicos del musulmanismo en general, incorpora la idea de que cerca del fin de los tiempos aparecerá un imán oculto (que ellos llaman El mahdi). Esta creencia, hacia los años ‘50, recibió una interpretación marxista, presentándose a El Mahdi como un salvador de los oprimidos. Bajo esta premisa se organizaron los intentos porderrocar a la dinastía de los Palevhi, que eran completamente occidentalizados y próximos a Estados Unidos.

Apoyados por la Unión Soviética, en 1979 lograron derrocar al Sha (Rey) Reza Palevhi e impusieron la sharía como ley, comenzando el gobierno del ayatollah Rubolláh Jomeini. En El Líbano los chiítas commenzaron a organizarse hacia 1969 también desde una perspectiva marxista, denominándose Movimiento de los desheredados. En 1970 una facción del grupo, llamada Amal, se escindió y los que quedaron pasaron a llamarse Hezbollá, o partido de dios, cuyo fin es la creación de un estado islámico en El Líbano. La gran penetración de los chiítas (que se vieron desplazados de los países árabes) hacia otras zonas, especialmente Persia, les valió más encono de parte de los sunnitas.

Hezbollah, además de su fin interno —asentarse en El Líbano— busca derrocar el régimen monárquico apoyado por EE.UU. imperante en Arabia Saudita, por lo que ha cometido decenas de asesinatos y atentados en contra de estadounidenses.

A este grupo también se atribuyen los ataques con bombas contra la embajada de Israel en Buenos Aires (1992, con 28 muertos) y contra la sede de la mutual judía AMIA, también en la capital argentina (1994, 86 muertos).

Mientras los chiítas son comúnmente motejados como fundamentalistas, puesto que sólo basan sus creencias en los textos fundamentales del Islam, los sunnitas son conocidos como integristas, pues integraron a las enseñanzas primigenias de Mahoma las sunnas y la sharía (que pronto fue adoptada también por los chiítas) y finalmente terminaron dominando prácticamente todo el mundo árabe, que hoy en día se estima está compuesto por 50 países y casi dos mil millones de adeptos.

Dentro del sunnismo, sin embargo, existen decenas de divisiones y subdivisiones que han pervertido el mensaje original del Islam, entre ellas la doctrina salafista, corriente que a su vez contiene diversas variantes, la mayoría de las cuales son pacifistas o menos intolerantes que la corriente más violenta, la takfir.

En España, por ejemplo, es muy extendido el salafismo Tablighi, también conocido como el salafismo“piadoso”, cuyo nombre no requiere mayores explicaciones acerca de su posición hacia el mundo. Otra corriente, conocida como hambalí o wahhabista (mayoritaria en Arabia Saudí), es más radical, pero no por ello totalmente intolerante, como sí lo es el salafismo takfir (palabra que significa “excomunión”) o yihadista.

Este tipo de salafismo, el takfir, es la doctrina básica que predicaba Al Qaeda y sus satélites de ISIS, y se basa en el pensamiento de Ibn Taymiyya (1263-1328), quien popularizó la idea de la yihad y propuso que la sharía debía ser la única ley que rigiera sobre todo el planeta.

Este salafismo, que quiere volver a las raíces primitivas de la religión y aplicarla a rajatabla, es de rasgos completamente mesiánicos y considera infieles no sólo a quienes no profesan el islam, sino también a los musulmanes que no adhieren a sus postulados. Fue reflotado en el siglo XX por el egipcio Sayyid Al Qutb, ejecutado en 1966, que había estudiado en su juventud en Estados Unidos (país al que odiaba) y quien determinó tres puntos básicos al respecto: El primero es que el mundo se encontraba en un estado de barbarie que él definía como jahiliyya, el nombre con el cual se conocía al período de “ignorancia” anterior a las revelaciones de Mahoma, y que por ende la humanidad sólo podía optar entre el Islam y la jahiliyya. En segundo término, decía que este estadio de incivilidad cada vez atraía a más gente, incluso musulmanes, por lo que existía el riesgo de que triunfara sobre el Islam y, como corolario a estas ideas, declaró que no había punto intermedio entre ambas situaciones, que se trataba de una lucha entre Dios y Satán, por lo que los musulmanes, los buenos musulmanes, debían tomar las armas para evitar que (vaya ironía) la barbarie se impusiera sobre el mundo.

La yihad, en tanto, tiene dos vertientes. La primera es la yihad fardh al ein, que se decreta con el fin de combatir a quienes han invadido territorio musulmán, por lo cual todos los otros musulmanes están obligados a acudir en su auxilio, dejando atrás todo lo que tengan: propiedades, mujer, hijos, etc.

Sin embargo, también existe la yihad fardh al khafiya, que es en definitiva el amparo teológico que se encuentra detrás del 11-S, el 11-M, el 7/7 y numerosos otros atentados y complots cometidos en suelo de Europa y Estados Unidos, pues se trata de una yihad voluntaria, que se perpetra en contra de los infieles en lugares que no son musulmanes y por decisión propia de quien quiera acatar la fatwa (orden religiosa)que ordene agredirles.

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