No hables con extraños: la miniserie imperdible del mes

Hacía un buen tiempo que no llegaba a la televisión (en este caso, a Netflix) una miniserie de la calidad de “No hables con extraños” (The stranger), adaptación británica del libro “La extraña”, de Harlan Coben, y que en ocho capítulos desarrolla una historia con mucha acción, suspenso y, sobre todo intriga.

Quizá lo último medianamente parecido que se vio fue la adaptación televisiva del libro “La verdad sobre Harry Quebert”, y ciertamente un antecedente importante es la miniserie “Safe”, que también se encuentra en Netflix y que detrás de ella también tiene la mano de Harlan Coben, además de la gran actuación estelar de Michael C. Hall (“Six Feet Under” y “Dexter”).

No obstante, “Safe” no llegó a las cotas que alcanzó “No hables con extraños”, una miniserie completamente adictiva, entre otras cosas porque el equipo de guionistas, encabezado por Charlotte Coben (hija del escritor) tiene un manejo impecable del cliffhanger, esa vieja técnica que consiste en términos figurados en dejar a alguien colgando de un risco al final de un capítulo, sin que el espectador sea si va a caer o no, lo que hace imposible no pasar al siguiente episodio.

Hay mucho más, sin embargo. Aunque la historia pareciera bastante simple al inicio, todas las subtramas se van enredando de a poco, pero nunca se deja de perder el hilo central, que se desgaja del mensaje que una desconocida entrega al protagonista (Richard Armitage, en el papel del abogado Adam Price), el cual trastoca completamente su mundo.

La premisa esencial es parecida a la que inauguró “Twin Peaks” hace ya casi 30 años. Si en la serie de David Lynch el escenario era un tranquilo y hermoso pueblo del norte de Estados Unidos, dedicado a la explotación forestal, aquí es un pueblo de Inglaterra cuyo nombre no se menciona. Igual que en la primera serie, sucede un acontecimiento (el asesinato de Laura Palmer en el primer caso, y algo que no podemos contar para no hacer spoilers, en el segundo), que en definitiva, comienza a exponer los secretos de todo el mundo, evidenciando que la vida en tan apacibles pueblecillos, en realidad, justifica la vieja premisa chilena aquella de “pueblo chico, infierno grande”.

En todo caso, aquí no hay duendes bailarines, agentes del FBI bisexuales (primer y gran papel de un joven David Duchovny) ni secretos de la NASA involucrados. Por el contrario: hay un equipo de fútbol de nivel secundario y una subtrama notable: la de un expolicía huraño, medio sucio y viejo, que vive en un antiguo conventillo que una codiciosa empresa constructora quiere echar abajo, para construir edificios.

Ese personaje, lleno de sorpresas y que al inicio parece ser nada más que un accesorio, es quizá uno de los mejores actores británicos de los últimos 40 años: Stephen Rea, quien se hizo mundialmente famoso por su interpretación de un militante del IRA irlandés en “El juego de las lágrimas” (The crying game) y quien también efectuó una interpretación fuera de serie de un policía fuera de serie, en la poco conocida película “Ciudadano X”, donde encarna a Víctor Burakov, un detective de la antigua Unión Soviética que buscaba al asesino en serie que asolaba los bosques de Rostov (Andrei Chikatilo), mientras las autoridades hacían todo lo imposible por evitar que lo encontrara, pues estimaban que los crímenes en serie era un problema capitalista (ojo, es una historia real).

Volviendo a “No hables con extraños”, el expolicía resulta ser un factor aglutinante en la historia, dejando entreverlos claroscuros del bien y del mal, lo que se complementa a la perfección con el potentísimo rol que juega la investigadora principal del caso, Johann Griffin (Siobhan Finneran), en un guión lleno de giros y sorpresas.