La potencia evangélica penquista: desde Los Valientes de David a las Aguilas de Jesús

Nadie puede decir que no lo vio venir. Era algo que todos sospechaban de algún modo, y que se refrendó esta semana con la encuesta CEP: Luego de 500 años de predominio absoluto en todas las esferas de la vida de esta larga, angosta y desigual franja de tierra, la Iglesia Católica ya no es la institución religiosa en la cual más confían los chilenos, lugar que ahora ocupan las iglesias evangélicas, que tampoco es que estén muy bien evaluadas. De acuerdo con los resultados entregados la semana pasada por el Centro Estudios Públicos, en la última medición que realizaron, la confianza en las iglesias evangélicas llegó a un 17%, superior al 14% que alcanza la Iglesia Católica.

El dato decidor, sin embargo, es la brusca baja de esta última institución respecto de la misma encuesta de abril-mayo de 2017, cuando la confianza en ella llegaba a un 31%, versus un 25% en las iglesias evangélicas. Por supuesto, de por medio están la devaluada visita del líder del estado Vaticano a Chile, el argentino Jorge Bergoglio, su apoyo al actualmente defenestrado obispo de Osorno, Juan Barros, y la subsecuente caída de toda la máxima jerarquía de la iglesia en Chile debido a los escándalos relativos a los abusos sexuales cometidos por cientos de sacerdotes de todas las congregaciones contra niños, niñas y personas adultas.

La conclusión básica en torno a lo anterior es que a río revuelto, ganancia de pescadores. Sin embargo, no es algo automático. Por el contrario: las iglesias evangélicas de distintas confesiones llevan muchos años trabajando en los sectores más postergados y pobres de la sociedad, los mismos que la Iglesia Católica fue dejando atrás, preocupada de atender muy bien a sus fieles de alto nivel socioeconómico (como pasaba con Karadima, en Santiago, o con el fallecido sacerdote Hugo Márquez, en Concepción) y anquilosada en medio de una pesadísima estructura burocrática, que nada podía hacer frente a la aparición inorgánica de templos evangélicos en los rincones y pasajes de poblaciones donde impera la pobreza y el narcotráfico.

Los valientes de David y las Aguilas

Los evangélicos, que hace muchos años vienen actuando en política en Estados Unidos, como incluso lo aventuró en clave de ficción el escritor Francisco Ortega, en su novela “Logia”, y que ya han extendido sus redes hacia políticos chilenos católicos, como José Antonio Kast, entendieron también en Chile hace varios años que ahí existía un nicho interesante y, como ha sucedido con tantos procesos históricos, comenzó en Concepción, con un antecedente que quizá muchos han olvidado: el pastor Carlos Adams Rubio y su iglesia denominada “Los valientes de David”, que a fines de los años ’90 e inicios del nuevo milenio comenzaron a asediar a los clientes del barrio bohemio de la ciudad (calle Bulnes), realizándoles verdaderas funas, con el fin de hacer quebrar el comercio sexual del sector, lo que significó varias refriegas bastante violentas. En 2002, los “Valientes de David” compraron un cabaret del sector, instalando un templo allí, y al año siguiente se hicieron famosos a nivel nacional, cuando viajaron hasta la festividad de La Tirana, con el fin de destruir una imagen de la Virgen del Carmen, a la cual calificaban de imagen pagana.

En forma coetánea a este fenómeno, y relacionado con “Los Valientes de David” aparecía otro que comenzaba a gestarse en el campus de la UdeC hacia el año 2001, con la creación de “Las Aguilas de Jesús”, que al principio muchos veían como uno más tantos grupos de sino diverso que nacen en medio de la universidad. Sin embargo, dicha apreciación cambió radicalmente en 2005 cuando lograron elegir, por primera vez en la historia de la Federación de Estudiantes (FEC) a un presidente que tenía detrás a un movimiento religioso, en vez de un partido o agrupación política tradicional, como sucedió con el entonces estudiante de Química y Farmacia, Héctor Muñoz, líder histórico del movimiento.

Hoy en día, Muñoz, que previamente fue concejal de Concepción, es Seremi de Salud de Bio Bío (ya como militante de Renovación Nacional) y está casado con Francesca Muñoz, quien también fue una de las creadoras de “Las Aguilas de Jesús” y actualmente es diputada por Renovación Nacional. Al mismo partido pertenecen los otros dos miembros de la llamada “bancada evangélica”: el ex alcalde de Coronel, Leonidas Romero, y el diputado por Ñuble Eduardo Durán, hijo del polémico exobispo de la Iglesia Metodista Pentecostal, del mismo nombre.

Actualmente, el movimiento fundado por los Muñoz y otras personas se encuentra presente en caso todas las universidades chilenas, a partir de una expansión que comenzó hacia las aulas de las universidades del Bío Bío y Federico Santa María, sede Talcahuano, pero que hoy abarca incluso a las tradicionales universidades católicas.

Las cifras

Una reciente investigación periodística efectuada por la Universidad Diego Portalesy su equipo “Zeus”, acerca de la expansión evangélica en Chile evidencia que, como parece lógico en función de los fenómenos antes descritos, dos comunas de la Región del Bío Bío han sido el epicentro del crecimiento evangélico en el país: Lota y Coronel.

En efecto, según indican las estadísticas recopiladas por la unidad investigativa, en ambas ciudades existen 8 cultos evangélicos cada 10 mil habitantes. Les siguen, con 7 cultos por cada 10 mil habitantes, las comunas de San Ramón y Cerro Navia, y luego, con 6 cultos por cada 10 mil habitantes, vienen Lo Prado, La Pintana y Talcahuano.

Con 5 cultos por cada 10 mil habitantes están Concepción, San Bernardo, Pedro Aguirre Cerda y Panguipulli.

Según la indagatoria del equipo “Zeus”, lo anterior coincide con un cambio en las preferencias electorales de zonas que antes eran tradicionalmente de izquierda, como son Lota y Coronel, ciudades en las cuales se destaca que cuando José A. Kast fue candidato a la presidencia, en 2017, obtuvo sus dos más altas votaciones a nivel país: 20.3% y 19.3%, respectivamente.

Cabe mencionar que, según el censo de 2002, Lota tenía un 59.98% de población evangélica y Coronel, un 52%, fenómeno que se repite en toda la cuenca del carbón, donde los evangélicos eran (en esa fecha) un 57.19% en Los Alamos, 57% en Curanilahue,

48.29% en Lebu, 42.19 en Tirúa, 41.3% en Arauco y un 40.13% Cañete. A nivel nacional, por aquellos años, el 58.63% de la población nacional se declaraba católica, y un 28.36%, evangélica.

En cuanto a la cantidad de personas que se declaraban evangélicas en dicha fecha en el país y que aparecen mencionadas entres las comunas con más cultos en la investigación de la UDP, hay que indicar que Talcahuano poseía un 26.79%, mientras que en Concepción la misma cifra llegaba entonces a 21.42, bajo el promedio nacional.