La pista chilena en el crimen de Olof Palme

El 28 de febrero de 1986, el entonces primer ministro de Suecia, el político socialdemócrata Olof Palme, era asesinado de un tiro en la espalda a la salida de un cine de Estocolmo, al cual había acudido sin escoltas, caminando, y junto a su esposa Lisbeth.

Palme recibió el tiro fatal en el pecho y fue declarado muerto en el hospital Sabbatsberg justo después de la medianoche. Lisbeth Palme fue también herida en la espalda. Su condición no es seria. Ningún sospechoso ha sido arrestado”, informaba la Embajada de EEUU en Suecia en un cable enviado esa madrugada. Una adición al mismo documento especificaba que “los testigos difieren respecto de si hubo uno o dos asaltantes. Todo indica que el tiroteo fue intencional y premeditado y que el o los asaltantes esperaron por el Primer Ministro y su esposa”.

El crimen causó alarma en La Moneda de aquellos años. Palme era un viejo enemigo de Pinochet y gestor del asilo multitudinario que Suecia brindó a miles de chilenos, lo que llevó a la DINA y la CNI a mantener una gran base de operaciones en Estocolmo, la cual además, como señala Rodrigo de Castro en su libro “La delgada Línea blanca” fue durante mucho tiempo una ruta de narcotráfico que era aprovechada por agentes de la CNI.

Por cierto, difícilmente se sabrá qué se habló esa mañana en el segundo piso del palacio, pero algo que es claro es que –fuera cierto o no- los asesores de Pinochet sabían que la dictadura sería irremisiblemente vinculada al homicidio, pues la mejor fuente que ha existido sobre los crímenes cometidos por la DINA y la CNI, el norteamericano Michael Townley, habría relatado al FBI (tras ser extraditado a EEUU por el crimen de Orlando Letelier) que en 1975, en plena operación Cóndor y en medio de la serie magnicida que a la larga costó las vidas  de Carlos Prats, Sofía Cuthbert, Orlando Letelier y Ronnie Moffit, y que dejó gravemente lesionados a Bernardo Leighton y Anita Fresno, él recibió instrucciones para asesinar también a Palme.

Las declaraciones prestadas por Townley ante el FBI y los fiscales que indagaban los homicidios de Letelier y Moffit no tardaron en trascender, y así fue como en 1979; es decir, siete años antes del ataque contra Palme, Suecia realizó indagaciones destinadas a saber qué había de cierto en ello.

Un documento del Departamento de Estado de EEUU, de febrero de 1979,  da cuenta precisamente que personal de la embajada de Suecia se acercó a los norteamericanos en Washington inquiriendo “mayor información sobre una supuesta acción de la policía secreta chilena contra Olof Palme. La embajada dice que hubo reportes de prensa en Estocolmo citando presuntas declaraciones dadas a sus interrogadores por Michael V. Townley, actualmente esperando sentencia en Washington por el asesinato de Letelier, de que la DINA le había ordenado asesinar a Palme en 1975, durante un encuentro de la Internacional Socialista”.

Cabe mencionar que en la fecha indicada (mediados de 1975) Townley y su mujer, Mariana Callejas, estuvieron por varios meses en Europa. Allá Townley dejó todo caminando para que los neofacistas italianos del grupo terrorista Ordine Nuovo atentaran contra Bernardo Leighton en Roma. Asimismo, compró equipamiento para el laboratorio de gas Sarín que funcionaba en su casa y que despachó a Chile vía Frankfurt, con el concurso de la filial de Colonia Dignidad en Siegburg y el del agente de LAN en Alemania, y del mismo modo estrechó vínculos con sujetos presuntamente pertenecientes a la mafia corsa, entre otras cosas.

No obstante, según el Departamento de Estado, Townley nunca aseveró que se le había ordenado matar a Palme, y que así se lo habían informado el 1 de febrero a la Embajada Sueca, a la cual también le dijeron que “entendemos que los rumores acerca de un supuesto complot de la DINA contra Palme fueron hechos circular por el Instituto de Estudios Políticos, que Letelier encabezaba, y que está estrechamente asociado con los círculos de exiliados en Washington”.

El reflote

Olof Palme.

No obstante, pocos creyeron la versión del Departamento de Estado, entre otras cosas porque existen varios antecedentes que prueban que la DINA pretendía cometer (además de los ya nombrados) otros crímenes en el exterior, contra objetivos como Carlos Altamirano o Patricio Aylwin, por ejemplo.

De hecho, entre quienes no creyeron la negativa de los norteamericanos, estaban los socialdemócratas suecos, pues luego del homicidio de Palme la cuestión chilena reflotó de inmediato en Estocolmo, y fue una de las primeras hipótesis que comenzó a indagar la SÄPO, la Policía secreta sueca.

Ello reventó el 8 de junio de 1986, cuando la portada del Observer de Londres apareció dedicada ello. En un artículo firmado por el periodista Hugh O’Shaugnessy, se hablaba de un “sicario chileno ligado al asesinado de Palme” y hablaba de los supuestos vínculos entre Townley y la CIA, afirmando que en sus declaraciones a los fiscales del caso Letelier, este les había dicho que la DINA le había ordenado dos veces el asesinato de Palme cuando este estuviera fuera de Suecia, pero él “aparentemente nunca encontró la oportunidad”. Agregando que Townley posee una nueva identidad, tras acogerse al Programa de Protección Federal de Testigos, O’Shaugnessy decía que “el gobierno de Suecia no cree que esté personal o físicamente involucrado en la muerte de Palme”.

Con más especulación que datos duros, el autor afirmaba que Townley sería liberado pronto en Estados Unidos y “se cree que el FBI intentará poner sus talentos al servicio de la Contra rebelde de Nicaragua”. Más allá de lo anterior, la nota agregaba que existía “interés” de parte de Suecia en el tema y que los norteamericanos “no harían comentarios”.

Como sea, la filtración del interés de Suecia por Townley dolió en Estados Unidos, pues según se entiende en otro cable, los europeos pidieron información oficial a los norteamericanos, quienes se quejaron por la solicitud y también por la filtración publicada por The Observer (que se replicó rápidamente a través de todo el mundo).

El texto asegura que el consejero de la Embajada Sueca que recibió el llamado dijo que estaba bastante descolocado con la forma en que su país estaba manejando lo que ocurría, especialmente porque “la situación en Chile es muy delicada en este momento”. El documento, no obstante, deja en claro que pese a las palabras de buena crianza, Suecia estaba realizando averiguaciones sobre la posibilidad de una pista chilena por su cuenta, y de eso también quedó constancia en el cable: “contrario a la práctica normal, el gobierno de Suecia no ha levantado sus preguntas sobre Townley por los canales diplomáticos. El gobierno de Suecia no ha informado al Departamento de Estado de los intentos de sus investigadores por aproximarse al FBI, y en cambio, alguien filtró la información a la prensa, dando la impresión de que EEUU no coopera”.

Siguen las sospechas

Un primer sospechoso del crimen, el sueco neonazi Víctor Gunnarson, de 33 años, fue prontamente liberado, abriendo las especulaciones. A la CNI, se sumaron como posibles autores del tramado agentes de la CIA, espías soviéticos, sudafricanos y de varias otras agencias. El 14 de junio, el Departamento de Estado relataba que un diario de Bulgaria aseguraba que el crimen era obra de la CIA junto a la policía secreta chilena (a la cual llamaba DINA, en circunstancias que se llamaba CNI desde 1977) y culpaba a Townley, aunque este, ya sabemos, por aquellas fechas vivía con un nombre distinto en Estados Unidos. Según otra versión, un militante del Partido Comunista Sueco, Jorn Svensson, declaró que  “agencias de inteligencia occidentales” estaban detrás de la muerte de Palme.

Casi un año después, y con motivo de una visita de la viuda de Palme a Nicaragua, donde fue recibida por el régimen sandinista, apareció una enrevesada teoría publicada por un diario de Managua, según la cual Palme fue asesinado porque había ordenado investigar el escándalo “Irán-Contra”, debido a la implicancia en dicho caso de la empresa armamentista sueca Bofors (propiedad de la familia Nobel). El texto sostenía que el crimen era producto de la acción de la CIA, el BND alemán y un grupo “ultrasecreto” de asesinos. El reportaje decía que luego de la muerte de Palme había muerto en circunstancias sospechosas Karl Algernon, el oficial que Palme había puesto a cargo de la investigación. 

La teoría del Irán-Contra no era tan peregrina. Según una investigación del programa de CBS “60 minutos”, Palme había ordenado detener la exportación de armas de Bofors a Irán, luego que hubiera “participado activamente en ellas”. Chile, hay que mencionarlo, también estaba en 1986 involucrado en negocios armamentísticos ilegales con Irán, como quedó en evidencia tras el crimen de Jonathan Moyle.

Arresto y liberación

Christer Pettersson.

El 14 de diciembre de 1988, la policía sueca, finalmente, logró arrestar a un sospechoso por el crimen de Palme, luego de “meses de vigilancia e intervenciones telefónicas”. Se trataba de Christer Pettersson, un profesional de 41 años y con 63 condenas a cuestas (incluyendo homicidio), a quien no se le encontró el arma homicida (supuestamente, un revólver Magnum calibre .357), pero en cuya chaqueta se habrían detectado trazas de plomo (supuesta prueba de que disparó).

Un cable norteamericano, citando medios suecos, señalaba que “Petterson presuntamente estaba en el área donde Olof Palme fue tiroteado el 28 de febrero de 1986. Pettersson supuestamente mintió acerca de la hora en que salió de un local de juegos ilegales, y mintió sobre la hora en que regresó a casa. Nuevos testigos han confirmado la teoría policial acerca del timing de los movimientos de Pettersson en esa fatídica noche, teoría que, de ser confirmada, habría dado tiempo a Pettersson para disparar a Palme”. Asimismo, se decía que la mujer del ministro había identificado al imputado en una cinta de video.

Pese a ello, el acusado negaba el homicidio y se mantuvo en ello durante el juicio, que se realizaría frente a dos jueces y seis jurados, que finalmente terminaron condenado a cadena perpetua al acusado, en una sentencia pronunciada el 27 de julio de 1989, en la cual los jurados votaron en forma unánime por la convicción, contra la opinión de los dos jueces, quien dudaron de la validez de la prueba, por lo cual el caso sería llevado a la corte de apelaciones en septiembre, donde los agentes del Departamento de Estado de EEUU daban por descontado que Petterssen sería absuelto y agregaban que “todas las encuestas recientes muestran claramente que el público sueco está lejos de estar convencido de la culpabilidad de Christer Pettersson”.

Tal como lo suponían los estadounidenses, el 2 de noviembre de 1989 el tribunal de alzada de Estocolmo entregó su veredicto, indicando que aunque Pettersson no tenía coartada para la noche del homicidio, no se había probado que lo cometiera, ni tampoco había sido identificado convincentemente en el lugar de los hechos, por lo cual se ordenó su libertad inmediata, dejando de este modo abierto, quizá para siempre, el misterio en torno al asesinato de Olof Palme.

Cabe mencionar que en 2018 se publicó un libro de Jan Stocklassa llamado “Stieg Larsson. El legado”, que se construye sobre la base una meticulosa investigación que durante años efectuó de este crimen el famoso novelista sueco Stieg Larsson, autor de la sala de novelas “Millenium”.

No contaremos a qué conclusiones había llegado Larsson, pero sí diremos que, según relata, Larsson había descartado a Michael Townley y a su amigo italiano, el terrorista italiano Stefano Delle Chiaie.