La inteligencia de EEUU y los Objetos Voladores No Identificados

ACTO 1: Es 1997 y la Guerra Fría se terminó hace varios años ya. La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), decide entonces publicar en su página web un informe que le encargó al historiador Gerald K. Haines, que confirma lo que muchos sospechaban acerca de los avistamientos de Objetos Voladores No Identificados (OVNI), que en su mayoría se trataba de aviones espía norteamericanos y que la propia CIA fomentó las leyendas respecto de los ovnis, con el fin de despistar a sus enemigos de la entonces Unión Soviética. Un ejemplo claro de ello fue la invención de los aviones U-2, en 1954, que podían volar a 60 mil pies de altura (20 mil metros), a diferencia de los jet comerciales, que sólo lo hacían a un máximo de 20 mil (seis mil metros). “Consecuentemente ―escribió Haynes―, una vez que los U-2 iniciaron sus vuelos de prueba, pilotos comerciales y controladores de tráfico aéreo comenzaron a reportar un gran incremento en los avistamientos de ovnis”.

Debido a la pintura de los aviones, estos reflejaban con mucha fuerza el brillo del sol, especialmente en amaneceres y atardeceres. Justo en esa época, la Fuerza Aérea norteamericana había iniciado el proyecto Libro Azul, que indagaba en forma abierta la existencia o no de ovnis y que ahora es incluso objeto de una serie  de televisión.

Sin embargo, dice el reporte, los autores del proyecto Libro Azul sabían del U-2 y es por ello que “trataban de explicar esos avistamientos como fenómenos naturales, debido a cristales de hielo o inversiones de temperaturas”.

De acuerdo con Haynes, la mitad de los avistamientos de ovnis en la segunda década de los ’50 y en toda la de los ’60, fueron en realidad aviones U-2 y sus sucesores, los gigantescos y estilizados SR-71. Debido a que se trataba de cuestiones de seguridad nacional, la Fuerza Aérea siguió alimentando a los creyentes con historias de ovnis, apunta el historiador, quien indica que además la CIA coordinaba esta campaña de desinformación en conjunto con otras agencias de inteligencia.

ACTO 2: Es abril de 2011 y la mayor y más secreta entidad de inteligencia de Estados Unidos, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) publica en su página web 29 documentos  sobre el fenómeno ovni, varios de los cuales son completamente opuestos a los planteamientos de Haynes y no provienen del escritorio de burócratas cualquiera. Para nada. Los autores de los tres más polémicos eran Lambros Callimahos y Howard Campaigne.

El primero, nacido en Egipto, fue uno de los criptólogos más famosos de la NSA, autor de más de 40 libros sobre la especialidad y creador de la Technical Review de la NSA, una publicación extremadamente secreta y especializada. Campaigne, en tanto, fue el criptólogo estrella de la Armada y el Ejército de EEUU, antes de unirse a la NSA.  Y un dato interesante: los documentos llevan timbres que indican que fueron aprobados para ser desclasificados por la NSA el 2004, pero recién fueron publicados siete años después. Parece que alguien estuvo un buen tiempo pensando si valía la pena subirlos a la web o no.

ACTO 3: En el Technical Journal volumen XI, de 1965, Callimahos escribió un texto titulado “comunicación con inteligencia extraterrestre”, que comenzaba con una frase grandilocuente: “No estamos solos en el universo”. Luego de ello introducía el tema con una larga cantidad de datos como la estrella más cercana a la Tierra (Alfa Centauri, a “sólo” 4.3 años luz de distancia) y contaba acerca del proyecto Ozma, emprendido por el científico Frank Drake, que busca (aún, a través del proyecto SETI) señales de radio provenientes de las estrellas Epsilon Eridani y Tau Ceti, utilizando para ello una frecuencia de 1420.405752 megaciclos por segundo, la misma de la radiación atómica y del hidrógeno libre en el espacio, y además, una frecuencia que puede traspasar la atmósfera. Después indicaba que una civilización extraterrestre seguramente usaría secuencias de números naturales y primos para comunicarse, formando finalmente figuras geométricas basadas en el teorema de Pitágoras.

Asimismo, mostraba una idea de una figura conformada por códigos binarios, que aseguraba podría ser entendida en cualquier parte y repasaba otras teorías, hasta que exhibía una tabla de 32 figuras realizadas a partir de números y letras que decía podían haber venido del espacio exterior, las que aseveraba eran “32 señales diferentes (combinaciones de bips, o pulsos distintivos) oídas en la frecuencia de 1420.4 megaciclos”.

Y eso es lo asombroso, pues el SETI sólo ha captado una vez, en 1977, una señal (conocida como el Wow!) que se cree pudo provenir del espacio, la que se estima fue captada entre la frecuencia 1429.356 y la 1420.4556. Callimahos, sin embargo, no especificaba en su paper si los 32 signos habían sido recibidos por el SETI o, como todo parece indicarlo, los captaron los sofisticados equipos de la NSA, que a todo esto tiene por giro las comunicaciones electrónicas.

Y eso no era todo. Decía que “la primera transmisión (1), es obviamente una enumeración de los 32 diferentes símbolos que serán usados en las comunicaciones. En la transmisión 2 hay una clara implicación en orden a que A representa el íntegro 1, B el íntegro 2… J, el íntegro 10. En las primeras 20 transmisiones se introdujeron símbolos que nos introdujeron en una enseñanza de sus matemáticas. Entre esas ideas están adición, sustracción, multiplicación y división; el decimal y el concepto del cero; inequidades y aproximación; poderes y raíces, y definiciones de π y ”.

ACTO 4: En una nueva edición de la misma revista, Campaigne publicó otro texto titulado “inteligencia extraterrestre”, en el cual se hacía referencia al de Callimahos y se indicaba que el Dr. Campaigne ofrecía ahora “comunicaciones adicionales del espacio exterior”, agregando que en la publicación anterior, ojo, “se habían introducido varios mensajes para probar el ingenio de los lectores”. Igual de enigmático que su colega, comenzaba diciendo que “recientemente se escuchó una serie de mensajes provenientes desde el espacio exterior. La transmisión no fue continua, pero fue cortada con pausas en piezas que pueden ser tomadas como unidades, que fueron repetidas una y otra vez”.

Luego exhibía una serie de secuencias de letras sin mayores explicaciones. No obstante, en el número XIV de la revista, publicó otro documento, llamado “la clave de los mensajes extraterrestres”, en que indicaba que en total había 21 símbolos provenientes del espacio y después explicaba las equivalencias de ellos en letras. Debajo, lo que parecía ser una nota al pie de página, fue borrada con el clásico plumón negro de los desclasificadores.

Después presentaba un intrincado desarrollo criptológico de los supuestos mensajes, con silogismos y luego con ecuaciones, hasta determinan que la palabra “CHAV” “parece ser central”. Decía que hay siete combinaciones de las letras “JR”; 18 “JO” y 98 BL. Concluía que “CHAV” es la tabla periódica de los elementos (que hoy ya incluye más de 100), “JR” eran las columnas “X” y “JO”, las columnas “Y”.

Aseveraba además que “tenemos unas pocas palabras para conceptos sofisticados y, si tuviéramos más datos, con un poco de trabajo podríamos establecer su traducción”.

ACTO 5: Es 2010 (sí, regresamos al pasado) y Discovery emite un documental de tres partes con Stephen Hawking. La parte dos estaba reservada a los “alien” y en ella el científico lanzó varias frases para la polémica. Admitió que creía en la existencia de vida en otros planetas, entre otros motivos porque nuestra galaxia es sólo “una de las cien mil millones de galaxias que componen una enorme red”, y comentó que las posibles formas de la vida ET eran inimaginables.

Del mismo modo, recordaba la señal Wow!, la que decía se cree provino de un sistema ubicado a 200 años luz de nosotros, por lo cual razonaba que si enviáramos una señal de vuelta, tardaría otros 200 años en llegarles. Casi al final del programa, advertía que era perfectamente factible que existieran razas más avanzadas que la nuestra, “con la intención de conquistar y colonizar cualquier planeta que encuentren”, alternativa ante la cual el sucesor de Newton en la cátedra lucasiana de Cambridge dijo que “si los extraterrestres nos visitaran, su llegada sería algo similar a la de Cristóbal Colón a América, que por cierto no resultó muy favorable para los nativos”, por lo cual finalizaba con la siguiente frase: “si los alienígenas nos encuentran, espero que vengan en paz”.

Hasta la fecha, no está claro cuál era la intención de los documentos de la NSA. Lo más lógico es pensar que, como lo dice uno de ellos, eran simples ejercicios, juegos matemáticos y criptológicos destinados a ver cómo comunicarse fuera de las categorías tradicionales aunque, por supuesto, no faltan los que creen que, como se plantea tradicionalmente en el cine, la inteligencia estadounidense tiene muchos secretos a este respecto, que no quiere contar.