La historia de Jack el Destripador según el FBI

En 1888, la barriada londinense de Whitechapel se vio horrorizada por los crímenes de cinco (otras fuentes hablan de siete) prostitutas que fueron asesinadas todas en una suerte de ritual, por un asesino que las seccionaba en sus abdómenes, senos y genitales. Entre otras curiosidades, el criminal además comía uvas (un alimento exclusivo de las clases acomodadas de la época) y se daba el lujo de enviar cartas a la policía, una de las cuales venía fechada “Desde el infierno” (“From hell”).

El asesino nunca fue atrapado y se convirtió con toda certeza en el criminal más célebre de la historia. Hay decenas, quizá cientos de películas y series de televisión inspiradas en su figura e incluso célebres escritores noir, como Patricia Cornwell, han intentanto resolver el caso y dar con la identidad del asesino.

Lo mismo intentó hacer, aunque de un modo muy limitado y basado en evidencia muy escasa, un especialista en crímenes violentos, perteneciente al FBI norteamericano, según lo reseña un documento desclasificado por dicho organismo.

El texto explica que al cumplirse 100 años de estos hechos (en 1988), a petición de una productora de TV (que entre otros shows, preparaba el famoso “Casos sin resolver”), el agente John Douglas, del Centro Nacional de Análisis del Crimen Violento (NCAVC, por sus siglas en inglés) fue provisto de la mayoría de la evidencia de que se dispone, que obviamente no fue recogida bajo los estándares actuales. Producto de ello, Douglas realizó una breve pero interesante indagatoria, que se puede leer aquí, en el idioma original (inglés).

Victimología

Respecto de las víctimas, Douglas concluyó que todas, aparte de ser prostitutas, como es sabido, eran alcohólicas. Como hace cien años no existían los proxenetas, sino que las mujeres trabajaban por su cuenta, Douglas concluye que los episodios de violencia deben haber sido muy frecuentes. De todos modos, apunta a que más allá de lo anterior, no existían muchas similitudes físicas ni de edad entre las víctimas, por lo cual el asesino “las buscaba porque eran fácilmente accesibles. Jack el destripador no iniciaba el contacto. Este era hecho por la prostituta”, reseña. En otras palabras, eran blancos de oportunidad.

Examen médico

En cuanto a la evidencia física, indica que no hay evidencia que ataque sexual, que las mataba rápidamente y que incluso mantenía el control de ellas durante el ataque inicial. Asimismo, Douglas cree que el criminal poseía algunos conocimientos quirúrgicos por la forma en que removía narices u órganos como riñones o vaginas. Dichas mutilaciones siempre eran posmortem, y la causa de muerte, por lo general, la atribuía a estrangulación manual.

De todas las víctimas se llevaba los anillos y, asimismo, otra peculiaridad de sus ataques ―que puede indicar conocimientos médicos― es que la sangre de las fallecidas se concentraba en áreas pequeñas. Otro detalle revelador es que Jack madrugaba bastante: los homicidios siempre los cometía en las primeras horas de la mañana.

Escena del crimen

Douglas determinó que todos los crímenes (salvo el último) ocurrieron en la calle, que las víctimas fueron asesinadas en un radio no mayor a dos kilómetros, y que el asesino mataba en las madrugadas de los viernes, sábados y domingo. Asimismo, determinó que “después del primer homicidio en la estación de Whitechapel, el sujeto se movió levemente a través de la ciudad (un cuarto de milla). Si se dibuja una línea desde las escenas de los crímenes 2, 3, 4  y 5, se forma una configuración triangular, lo que se ha observado en otros tipos de crímenes seriales. Esta configuración triangular es vista como una zona secundaria de confort por el destripador, y este movimiento se crea cuando el sujeto cree que la investigación está muy caliente en la zona primaria de confort”.

Coincidiendo con las teorías que agregan otras víctimas a Jack, Douglas creía lo mismo, en el sentido de que hubo otros ataques en la misma zona que no fueron reportados o bien no fueron atribuidos a Jack por las autoridades.

Respecto del modus operandi, Douglas explicó que es falso que en los asesinos seriales este sea siempre igual y que, por ende, constituya una suerte de marca única e irrepetible. Por el contrario: “un sujeto cambia su modus operandi a medida que gana experiencia. Eso es aprendizaje de conducta. Sin embargo, los deseos personales y las necesidades del sujeto ser expresan en los aspectos rituales de un crimen. El ritual es algo que siempre debe hacer porque es cómo expresa su fantasía. Con Jack el destripador, la selección del blanco, la aproximación, el método del ataque inicial, son el modus operandi. El ritual es lo que sucede después”.

En cuanto a los comunicados enviados por Jack a las autoridades, el experto del FBI decía que “es bastante raro que un asesino serial de este tipo se comunique con la policía, prensa, familia, etc., y cuando lo hacen, por lo general proveen especificaciones relativas al crimen que sólo conoce el asesino”. En función de ello, señala que, por el contenido de las cartas, Jack no buscaba publicidad como su motivación principal.

Características

Uno de los detalles que llamó la atención de Douglas fue la fijación de Jack por los genitales, lo que lo pondría en lo que el FBI llama un asesino “de lujuria”. “La zona vaginal y los senos son el punto focal del ataque en las mujeres y el pene y escroto en el caso de los varones. Generalmente, los hombres que son atacados de este modo son víctimas que han estado involucradas en alguna relación homosexual”.

Basándose en estadísticas y tipologías de asesinatos, Douglas concluyó que el asesino era probablemente alguien blanco (las víctimas también lo eran, y el experto señala que los crímenes en serie son generalmente intraraciales) y que su edad más probable oscilaba entre los 28 a 36 años. Agregaba que el criminal “viene de una familia donde fue criado por una madre dominante, y un padre pasivo y/o ausente. Muy probablemente, su madre bebía fuertemente y disfrutaba la compañía de muchos hombres. Como resultado, él (Jack) careció de un cuidado constante y contacto con modelos de roles adultos. Consecuentemente, se deprivó socialmente y desarrolló una respuesta social desmejorada hacia sus pares hombres. Se convirtió en asocial, prefiriendo estar solo. Su rabia se internalizó en sus años de juventud, y debe haber expresado sus emociones destructivas armando incendios y torturando animales pequeños. Perpetrando estos actos, descubrió áreas de dominación, poder y control”.

De acuerdo a su teoría, a medida que creció su fantasía desarrolló un fuerte componente que incluía “dominación, crueldad y mutilación de mujeres”.

Asimismo, Douglas creía que Jack portaba siempre un cuchillo no sólo para estar listo para asesinar, sino también para defenderse, pues debe haber tenido una personalidad paranoica y además, una pobre imagen de sí mismo. “Uno podría esperar que haya tenido una anormalidad física” precisaba el agente especial, agregando que “deberíamos buscar a alguien bajo o sobre la talla en estatura y/o peso, quizá con problemas para hablar, cicatrices, enfermedades o heridas”.

Tampoco esperaba que fuera casado y, si alguna vez lo estuvo, “debería haber sido con alguien mayor que él y el matrimonio debe haber tenido una corta duración”.

Asimismo, se detallaba que “no es adepto a conocer gente socialmente y la mayor parte de sus relaciones heterosexuales deberían ser con prostitutas. Debido a la falta de prácticas de higiene por parte de las prostitutas en aquellos años y la ausencia de tratamiento para las enfermedades venéreas, debería haber estado infectado. Si fue así, ese podría haber sido combustible para su odio y asco hacia las mujeres”.

El trabajo

En cuanto a su ocupación, señala que debe haber buscado un trabajo que le permitiera de algún modo desarrollar sus fantasías destructivas: carnicero, empleado de funeraria, asistente de forense, o empleado de hospital. Su trabajo, como fuera, duraba hasta el viernes, cuando empezaba a matar. Y claro, allí era otro sujeto: debe haber sido ordenado, limpio y tranquilo. Douglas creía que el sujeto vivía en la zona de Whitechapel y notaba que “el hospital de Londres queda a sólo una cuadra del primer homicidio”.

Asimismo, el especialista del FBI estaba convencido de que seguramente lo habían interrogado varias veces durante el curso de las investigaciones y que antes de cada crimen pasaba al pub local a tomar, para darse valor: “seguramente deben haberlo visto caminando por toda la zona de Whitechapel durante las horas de la tarde. El no buscaba un tipo específico de víctima; sin embargo, no asesinaba prostitutas por accidente”.

Luego de los homicidios, visitaba las tumbas de sus víctimas, con el fin de revivir los momentos de lujuria que pasó mientras las asesinaba y, contrario a la creencia popular en el sentido de que los crímenes cesaron porque el destripador se suicidó, Douglas apuntaba que lo más probable es que se hubiera sentido cercado, o que incluso lo hubieran arrestado por algún otro delito.

¿Y por qué mataba? Muy simple, según el agente John Douglas: “Porque él creía que los homicidios estaba justificados y que él sólo removía ítemes desechables, que eran como basura”.