Jetebabero, espiantar, tecle y paquetero: el coa chileno de principios del siglo XX

Como es algo vivo, el lenguaje evoluciona y siempre va mezclando nuevos giros, que por lo general se prestan a polémica. Algunas palabras que se han escuchado mucho en los últimos meses han sido por ejemplo “Perkin” y “yuta”. Respecto de esta última, cuando le comenté a alguien en Twitter que su origen -para referirse a la policía uniformada- es la deformación fonética de la palabra “yunta” (dado que antiguamente los carabineros  patrullaban de a dos) alguien me replicó que no era así, y que el origen de la palabra estaba en el lunfardo bonaerense, pero en fin.

Parece haber más concenso en lo relativo a “Perkin”, otra deformación fonética, pero esta vez del apellido inglés “Perkins”, que tradicionalmente reciben los mayordomos en las películas antiguas. Así, habitualmente se les dice “Perkin” a los mocitos en las cárceles y, por extensión, a cualquiera que es usado (y abusado, como lamentablemente sucede en los recintos penitenciarios) por otros.

Siempre en el coa delincuencial, hay expresiones famosas que muchas veces se derivan de situaciones de la vida real. Así, “rajar el paño” se refiere a cortarle la piel a alguien, y deriva de la similitud entre ello y la rotura del género que cubre la superficie de las mesas de pool. Lo mismo sucede con “medir el aceite”, que no es otra cosa que apuñalar a alguien con profundidad, como cuando se mide el aceite que queda en un auto.

Sin embargo, hasta expresiones cuyo origen es difícil de rastrear, como “irse pal monte”; es decir, abandonar a los cómplices y escapar, o “mecha”, como se conoce al sutil y muy chileno arte de hurtar especies en tiendas y/o/u supermercados (lo que, por cierto, convierte a quien perpetra una mecha en un mechero/a).

Hay muchas otras expresiones de ese submundo que han ido cayendo al olvido (aunque, como se verá, otras siguen vigentes), y que son extremadamente llamativas. Todas ellas fueron recopiladas en el libro “Coa. Jerga de lo delincuentes chilenos, estudio y vocabulario”, de Julio Vicuña Cifuentes.

Esta es una breve muestra de las palabras que don Julio encontró y que estampó (junto a sus significados) en su libro, editado para el primer centenario de la República chilena, en 1810:

Bicho: cómplice.

Bobo: reloj.

Boca negra: revólver.

Botón: gendarme.

Cachete: ladrón inexperto, recién iniciado en el oficio.

Caer en cama: ser tomado preso.

Caletero: ladrón vagabundo que se atiene a lo pesca, sin reparar en la cuantía ni manifestar predilección por ningún objeto.

Cana: cárcel, prisión.

Canario: reloj de oro.

Capero: el que roba en las tiendas y almacenes, sirviéndose del poncho para ocultar los objetos (es decir, un ancestro de nuestros actuales mecheros).

Cara de bombo: ladrón torpe, inútil para el oficio.

Cárcamos: zapatos.

Carrocero: ladrón de gallinas.

Científico: billete de banco del tipo de cien pesos.

Coipo: hombre.

Colimocho: individuo de la policía rural.

Cómico: comisionado de la policía secreta.

Corta queso: sable.

Chaqueta vuelta: delator.

Choco: carabina o rifle a los cuales se corta parte del cañon y de la culata, hasta dejar el todo de no más de cincuenta centímetros de largo.

Chonchón: paraguas.

Chuzazo: puñalada.

Dar betún: herir.

Dinamita: copia escrita de la declaración que prestará el reo, el cual la hace llegar sigilosamente a su cómplice para que este se atenga a ella al dar la suya.

Don Gara: carabina.

Don Pécar: comisionado de la policía secreta, que en Chile se llama también “agente de pesquisa”.

Dorado a fuego: tonto.

Echar a la máquina: asalto callejero entre dos.

Espiantar: fugarse.

Estar mala la bahía: estar vigilado un lugar.

Filomena: cuchillo.

Granado: se dice del delincuente que anda con dinero.

Gringo: billete fiscal del tipo de cinco pesos.

Huaraquear: Asaltar a alguno para robarle, en la calle o en lugar despoblado.

Humo: sentencia de muerte.

Infante: ladrón que actúa a pie.

Ir a Colina: ir a fornicar.

Jetebabero: tonto.

Jermu: mujer.

Levante: asalto a una casa estando en cama sus moradores.

Llegar vapor: llegar un nuevo reo a la cárcel.

Machucadora: mujer que robar en las tiendas (¿otro antedente de las actuales mecheras?)

Mancar: soprender al ladrón mientras ejecuta el robo.

Margarita: daga.

Música: cartera con dinero.

Ni jutió: se dice cuando ni la persona robada ni la policía han notado el robo.

Ñato: revólver de cañón muy corto.

Palomilla: ratero, pillete.

Paquetero: el que roba con el cuento del tío.

Pasar a llevar: asesinar.

Pesquisar: robar.

Plantarse: abandonar el oficio de ladrón.

Puntazo: Puñalada.

Quiltro: revólver.

Receta: sentencia judicial.

Rey del cielo: juez del crimen.

Rin: anillo (del inglés ”ring”).

Saltar a tierra: salir el reo en libertad.

Sapear: designar en público un robo, señalar al ladrón.

Sope: bofetada.

Tapado: delito grande, en el que la condena será por largo tiempo.

Tecle: padre o madre.

Tener carta negra: haber recibido orden o paga para asesinar a alguna persona.

Tener de dulce y de grasa: cargar cuchillo y revólver.

Ternero: vestuario compuesto de tres piezas, terno.

Tongoy: abogado.

Tonto: barra de hierro que sirve para forzar toda clase de cerraduras.

Trabajo: robo

Trintre: gendarme.

Ultima (la): muerte.

Vendedor: delator.

Volcar: matar.

Yapa: pene.

Yule: pobre

Zumbar: disparar un arma de fuego.

Fotografia: www.memoriachilena.gob.cl