Historias de la Guerra Fría: el súper agente cubano que quiso refugiarse en Chile

En la mayoría de la documentación desclasificada por Estados Unidos en los últimos años, especialmente en la relativa al asesinato del presidente John F. Kennedy, aparece con un nombre en código, una suerte de clave: Amice 14, o “A-14”. En algunos textos, en medio de los borrones dejados por los agentes encargados de la desclasificación, aparece su “chapa”, el nombre falso que usaba en medio de las “black ops” u “operaciones negras” que ejecutaba por encargo de la CIA: David Pardo.

Solo en algunos documentos figura su verdadero nombre: José Miguel Díaz Isalgue, lo más cercano al prototipo de James Bond que se puede encontrar en las miles de historias perdidas de la guerra fría, que involucran a tres países: Estados Unidos, Cuba y Chile, cuyos vínculos en aquellos años aparecen una y otra vez, no solo porque los mismos agentes de la  CIA que estuvieron en los años ’60 implicados en los intentos por asesinar a Fidel Castro recalaron más tarde en Chile, sino porque también muchos de los cubanos con los cuales la DINA chilena estableció contacto a través de Michael Townley, a partir de 1974, y que estuvieron relacionados con el crimen del canciller Orlando Letelier, aparecían también involucrados en otros crímenes y atentados.

Uno de los principales actores de los intentos de magnicidio en contra de Fidel Castro fue el agente Amice 14, cuyas andanzas y el intento de la CIA por protegerlo, para lo cual querían enviarlo a estudiar Derecho a la Universidad de Chile, entre otras opciones, son un fiel reflejo de aquellos años y de la forma en que operan los servicios de inteligencia.

El señor Pardo

En 2018, los Archivos Nacionales de EEUU revelaron la última parte de los miles de documentos que han desclasificado acerca del caso Kennedy. Uno de los primeros que aparece allí es una carta escrita por el jefe de la “Estación” (oficina) de la CIA en Santiago, John A. Probert, en respuesta a una que le llegó desde la Estación de Miami, conocida en la jerga interna de la CIA con la sigla “JMWAVE”.

El documento está fecha el 23 de septiembre de 1964 y es una muy educada respuesta de parte de Probert a una oferta que le hacían desde Miami: la transferencia a Santiago del agente A-14.

Probert señalaba allí que por lo que le informaban, A14 parecía ser un espía “singularmente calificado, y con su entrenamiento previo, debería ser considerado como un agente altamente competente para acciones clandestinas”. Al respecto, agregaba que “la estación más que agradecería su llegada (a Chile) si pareciera que hay alguna posibilidad de usarlo en actividades estudiantiles”.

Sin embargo, aseguraba Probert, en ese momento no estaban desarrollando acciones de infiltración en universidades… salvo por dos “proyectos”, como la CIA gustaba de llamar a sus actividades clandestinas. Uno era el proyecto “FUBANKRUPT”, del cual Probert decía que estaba “principalmente enfocado a la juventud de la Democracia Cristiana” y el proyecto “FUBIAS-4”, “que tiene que ver con elementos disidentes de la juventud radical”. Además de aquello, se detalla que en Chile (o “FU”, como se denominaba en clave al país) la estación de la CIA “ha desarrollado numerosos contactos con líderes estudiantiles de talante democrático”.

Además, Probert decía que “siendo A-14 un hombre de acción”, probablemente no le parecería muy atractivo el clima político del Chile de 1964, año en que el Eduardo Frei Montalva se alzaría con la elección presidencial, gracias -entre otros motivos- a una fuerte inyección de dinero que había sido ordenada a su favor por el asesinado presidente John F. Kennedy.

Algo parecido respondieron a Miami desde Montevideo, donde el jefe de la Estación, Daniel Gabowski, señaló que habían explorado la posibilidad de infiltrar a A-14 en la entonces única universidad de Uruguay, “pero lamentamos decir que hay consenso en que un individuo así será muy sospechoso para los elementos marxistas que controlan la mayor parte de las actividades de la vida universitaria”.

El jefe de la CIA en Argentina, en tanto, Frederick Nind, contestó algo semejante, aunque se explayó un poco más. Según puntualizó, reconociendo que Amice 14 parecía ser un agente “inteligente, capaz, bien entrenado y productivo”, pero que el campo estudiantil ya estaba “copado” por agentes de “Biogénesis”, el nombre en clave con el cual la CIA argentina se refería (vaya uno a saber por qué) a la Policía Federal Argentina y por agentes de “otro servicio local” que no identifica, aunque seguramente debe haberse referido a la inteligencia estatal.  Ante ello, y el hecho de que era muy difícil ocultar el pasado anticastrista de “David Pardo”, Nind señala que no sería de ninguna utilidad en Buenos Aires.

Cabe señalar que, como indica otro cable, a esas alturas Amice 14 ya había pedido su acceso en la Universidad de Chile, en la de la República Oriental de Uruguay y en la Central de Venezuela, de todas las cuales le habían dado respuestas “que sonaban prometedoras”.

Una oferta que no puedes rechazar

El problema es que A14 ya no podía seguir operando en Cuba, pues en buenas cuentas estaba “quemado”, y sus agentes de control lo consideraban extremadamente valioso, tanto por sus aptitudes, como por la operación en que había estado involucrado: uno de los intentos por matar al dictador cubano, Fidel Castro.

La oferta de sus servicios a las otras estaciones de la CIA, de hecho, consiste en un larguísimo e inusual cable de 17 páginas, que entre otras cosas, contiene todos sus datos personales.

A esa fecha, 1964, Díaz tenía ya 27 años y, según se relataba, había cursado la primaria en el colegio Baldor, de la Habana, y luego la secundaria en el Instituto Matanzas, egresando en 1955. Al año siguiente ingresó a la Universidad de la Habana a estudiar derecho (llegó a cursar cuatro años), y se participó de actividades subversivas en contra del régimen del dictador que precedió a Castro, Fulgencio Batista, aunque no era nuevo en eso. Ya en la secundaria se había integrado al Directorio Revolucionario (DR), una de las organizaciones clandestinas que combatió a Batista y ello le significó realizar una serie de viajes clandestinos entre Cuba y otros países. Del mismo modo, según la CIA, estuvo varias veces en prisión durante aquel periodo.

Una vez derrocado Batista e instalado Castro en el poder, Díaz comenzó a trabajar en el Ministerio del Interior cubano, pero en 1960 comenzó a formar parte de la resistencia anticastrista, lo que ese año lo llevó a huir de la isla y radicarse en Miami, donde entró en contacto con los grupos de cubanos exiliados que, patrocinados por la CIA, buscaban terminar con el régimen del nuevo inquilino de la casa de gobierno.

A inicios de 1963, Díaz y otros cinco cubanos fueron captados por la CIA.

En poco tiempo, JMWAVE; es decir, la estación de la CIA en Miami, pasó a considerarlo con su principal agente, lo que no es poco decir. Dicha oficina era la más grande que alguna vez tuvo la mencionada agencia de inteligencia, que por aquel entonces contaba con miles de empleados en el condado de Miami-Dade.

Según detallaba la oferta de sus servicios a otras estaciones, “en el año y medio que ha transcurrido desde su reclutamiento, ha hecho cinco viajes clandestinos a Cuba” y además “ha reclutado a varios agentes para la estación, tanto dentro como fuera de Cuba, incluyendo a un alto oficial del actual gobierno cubano. Ha demostrado una habilidad sobresaliente e iniciativa en todas estas actividades”.

Sin embargo, el mismo texto decía que “JMWAVE no puede seguir permitiendo que A-14 haga más infiltraciones negras, pese a su fuerte deseo de seguir haciéndolo”, debido a que era probable que hubiera sido identificado.

Ante ello, se explicaba que provenía de un hogar de clase alta y que durante su entonces breve estadía en la CIA había recibido entrenamiento en uso de armas, navegación marítima, demolición (uso de explosivos), escritura secreta, fotografía oculta, primeros auxilios y otros. Entre sus hazañas, se relataba que él solo había rescatado a cuatro agentes de la CIA desde Cuba, llevándolos a Estados Unidos en un pequeño bote, provisto solo de un compás de mano. “Durante esta operación el equipo fue atacado a tiros por un bote patrullero. El equipo respondió el fuego, matando a dos tripulantes”, rezaba el documento.

También se incluían informes confeccionados por los agentes que lo habían entrenado. Uno de ellos decía que “David es muy discreto. Tiende a permanecer en silencio, hasta que lo llaman a participar en una discusión. Es inteligente, serio, mental y físicamente alerta, no agresivo en sus relaciones con sus camaradas y con muchos recursos para resolver problemas. Escribe excelentes reportes en español, tiene muchas características de un individuo profesional. Políticamente es muy consciente, un agudo observador y un buen analista de los actuales asuntos de América Latina”.

Otro de sus adiestradores decía que “es inteligente, articulado, serio, corajudo, paciente,, trabajador, sensible y con un excelente sentido del humor”.

Un tercer capacitador argumentaba que “tiene la habilidad de aprender y retener material sin dificultad” y que como líder de sus compañeros, “ha demostrado iniciativa, sentido común, auto control y madurez”. Al final de ese informe, el oficial de la CIA indicaba que “si Fidel es derrocado, es una excelente posibilidad pensar que algún día Amice 14 se convierta en una persona muy influyente en un gobierno de Cuba libre”.

Por cierto, ello no ocurrió. En los documentos desclasificados en 2018 no aparece la respuesta de la estación de la CIA en Caracas, pero probablemente fue la misma de Santiago, Buenos Aires y Montevideo.

Lo que sí es cierto es que los hijos de Díaz sí se convirtieron en personas influyentes, aunque no en Cuba, sino en Estados Unidos, pues sus tres hijos, Renier, Alex y Miguel Díaz Portilla, han sido parlamentarios republicanos por Miami-Dade.