El día que se acabaron las normas en Chile

La fecha exacta es más o menos conocida: 18 de octubre en Santiago, 19 de octubre en el resto de Chile. Ese fue el día en que el país entero literalmente estalló en llamas y, aunque de a poco ha parecido ir calmándose, persiste un estado de anomia; es decir, de falta de normas, y nada parece indicar que ese estado se encuentre próximo a culminar. La sociología viene años hablando acerca de ella y hay cierto consenso en orden a que su origen reside en el hecho de que las normas que estaban vigentes dejaron de estarlo, por falta de legitimidad.

No es necesario ir muy atrás para entender qué fue lo que hizo que quedaran obsoletas las normas de convivencia social que teníamos en Chile postdictadura. Fundamentalmente, son los abusos cometidos a todo nivel en el país y el listado es conocido y extenso: los sobresueldos, las coimas, el robo de dineros fiscales en Carabineros y el Ejército, los abusos sexuales de la Iglesia Católica (de los cuales nunca más hemos sabido, luego de que lograran sacar de circulación al fiscal Emiliano Arias), la letra chica en cada contrato, los precios abusivos del gas y la electricidad, la operación Huracán y el crimen de Camilo Catrillanca, los narcos disparando con fusiles AK47 en los funerales, la ley de pesca, las boletas falsas de Penta y SQM, Caval, etc.

Podríamos llenar varias líneas con lo mismo y quizá por ello es que venía produciéndose, cada día más, una descomposición del tejido social y la convivencia. Es cosa de hurgar un poco en la memoria y cualquiera podrá encontrar en ella pequeños gestos de agresividad e individualismo, que sin dudas forman parte del camino a la anomia. ¿Recuerda cuando fue la última vez que pudo transitar por una calle congestionada sin recibir insultos, sin que le tiren un auto (o una camioneta de tamaño monstruoso encima)? ¿Recuerda cuando la gente iba al supermercado y consumía los productos después de pagarlos? ¿O cuando las personas que iban en un bus usaban audífonos para no molestar a los demás, mientras veían un video de su reggaetonero favorito?

Sé lo que me van a decir: que nada de eso se compara con el escándalo de los impuestos condonados a Johnsons. Sí, estamos de acuerdo. No hay simetría entre molestar al igual que viaja en el bus y debe someterse a la tortura de nuestro celular a todo volumen, que a los 27 mil millones de pesos del patrimonio fiscal que le fueron perdonados a Cencosud.

Sin embargo, ambas situaciones, y otras más, se hermanan en el fondo: implican un grado de abuso. Es como el viejo chiste del pez grande que se come al más chico y este a su vez a otro aún más pequeño.  En otras palabras, el abuso a que los grandes sometían a los chicos de algún modo incidió en la reproducción de esas conductas. Hable con garabatos en su casa y tendrá hijos garabateros.

Es lo mismo. Es la legitimación del abuso a todo nivel, su institucionalización. En ese contexto, los teóricos dicen que la única forma de superar la anomia es con la dictación de un nuevo juego de normas. A eso apunta el proyecto de Ley de nueva Constitución, pero queda la duda de si eso será suficiente como para sacar la violencia que se ha tomado las calles del país, sobre todo cuando vemos que los parlamentarios no son capaces de ponerse en ciertos asuntos clave para eso y que cada día surgen informaciones que hacen temer que ese acuerdo vaya a naufragar.

No soy creyente, pero que dios nos ampare.