La independencia chilena que se proclamó en Concepción

El 18 de septiembre de 1810 fue una mañana agitada en el cabildo de Santiago. No fue, como muchos creen, el día en que se firmó la Independencia de Chile. Quizá esa sea una de las interpretaciones, pero lo que realmente aconteció en esa jornada presidida por don Mateo de Toro y Zambrano fue un acto de fidelidad hacia la corona española. Y de refilón, claro, terminamos independizándonos.  El ejército francés había invadido España y expulsado de allí a Fernando VII de Borbón, nuestro soberano de aquel entonces. Como reacción, surgió la Corte de Cádiz, que buscaba autogobernarse mientras Fernando estuviera en el exilio y ello fue imitado por los nobles criollos.

Así consta en el acta del cabildo abierto, que señala textualmente (lo traducimos a español moderno): “oído el Procurador General, que con la mayor energía expuso las decisiones legales y que a este pueblo asistía las mismas prerrogativas y derechos que a los de España para fijar un gobierno igual”… “a ejemplo de lo que hizo el Señor Gobernador de Cadiz;  (que) depositó toda su autoridad en el Pueblo para que acordase el Gobierno más digno de su confianza y más a propósito a la observancia de las Leyes y conservación de estos dominios a su legítimo Dueño y desgraciado Monarca el Señor Don Fernando Séptimo”.

El documento señala igualmente que luego de electos los integrantes de la junta de gobierno en Chile, juraron “defender este reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al Señor Don Fernando Séptimo y reconocer el Supremo Concejo de Regencia”.

Finalmente, “todos los  cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos, y vecinos  juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del Señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta, conservando las autoridades constituidas, y (dejando a los) empleados en sus respectivos destinos”.

¿Independencia?

La real proclamación de independencia de Chile, no obstante, se concretó casi ocho años más tarde, en Concepción y de ello también quedó constancia en actas, como corresponde.  Y ojo con lo que dice allí Bernardo O’Higgins: “estaba reservado el siglo 19 el oír a la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el periodo de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad. La revolución del 18 de septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir esos altos designios”.

Más adelante, señalaba que  tras los abusos cometidos por España durante la guerra, “este último desengaño les ha inspirado naturalmente la resolución de separarse para siempre de la Monarquía Española, y proclamar su INDEPENDENCIA a la faz del mundo”.

Terminaba diciendo: “Firmada en el Palacio Directorial de Concepción a 1 de enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la nación y refrendada por nuestros Ministros y Secretarios de Estados, en los Departamentos de Gobierno, Hacienda y Guerra, Bernardo O’Higgins, Miguel Zañartu, Hipólito de Villegas, José Ignacio Zenteno”.

Se dice que esta acta se redactó en Talca, que es un borrador que nunca se firmó en Concepción o que en realidad se escribió mucho tiempo después, como sostiene el escritor Jorge Baradit, pero lo que es claro es que, más allá de la firma, a fines de 1817 don Bernardo se encontraba en el sitio de Morrillos de Perales (en Talcahuano) y que, tras terminar el asedio, el primer día de 1818, se dirigió a la Plaza de Concepción, donde proclamó la independencia de Chile, según los registros que existen, por lo que desde entonces es conocida como la Plaza Independencia.

Lo anterior fue refrendado por el propio O’Higgins en un documento suscrito ante un notario pocos días antes de su muerte en Lima, en 1842, donde escribió de su puño y letra que “en primero de enero de 1818, como órgano de la voluntad nacional, declaré solemnemente la Independencia de Chile en la ciudad de Concepción”.

En todo caso, los historiadores penquistas sostienen que además de aquello, el acta sí se fimó en la zona. De acuerdo con el “Libro de Oro de Concepción”, del destacado Carlos Oliver Schneider, el documento se había firmado sobre un tambor en las alturas de los Morrillos de Perales, con la intención de arrojarla a las huestes realistas que invadían, a los ojos de O’Higgins, lo que ahora era un estado soberano.

Sin embargo, ello no se llevó a cabo y posteriormente se realizó la ceremonia en la Plaza de Concepción, donde además de la alocución de O’Higgins, hubo un acto en el cual estuvieron presentes los miembros del Tercer Batallón de Infantería de Arauco, y una misa a cargo del presbítero José Ignacio Cienfuegos.

Después, se instalaron mesas en la plaza y se los presentes se zamparon cuatro lechones que, antes de ser degustados, fueron bautizados con los nombres de los jefes del Ejército realista.

Por cierto: del acta solo nos quedan copias. El original se encontraba en el Palacio de La Moneda, desde donde desapareció el 11 de septiembre de 1973.

Texto originalmente publicado en w5.cl