Cuando la CIA espiaba a los mineros de Lota

En medio del estallido social que partió el 18 de octubre, las redes sociales han estallado en apasionados debates acerca de si existe o no algún grado de injerencia de potencias extranjera en los hechos, a partir de comentarios formulados por personeros no solo del gobierno de Chile, sino también del norteamericano y también de expertos independientes, como sucedió con el caso del físico chileno, pero residente en EEUU, Cristian Huepe, quien dijo a www.chequeando.cl que no tenían dudas acerca de la actuación de agentes rusos, expertos en diseminación de noticias falsas.

Todo lo anterior, para muchos, resulta una especie de fantasía, pero basta un breve vistazo a la historia chilena (o la de cualquier país) para entender que las actividades de inteligencia entre países son algo habitual y extendido. En la época de la Guerra Fría dichas acciones eran bastante evidentes y hoy se sabe mucho de ellas, tanto por la enorme cantidad de documentos que Estados Unidos ha ido desclasificando (y que solo en el caso de Chile son cerca de 30 mil), como por lo que se ha ido filtrando desde el bloque soviético y también de la inteligencia alemana.

Sin embargo, las acciones de inteligencia y el interés de otros países por lo que ocurría en Chile no se acabó tras el derrumbe de la Cortina de hierro. Por el contrario. Así como hoy se conocen numerosos documentos estadounidenses producidos hasta el año 2010, gracias al denominado “Cablegate”, y que se refieren a Chile, el periodismo también ha dado cuenta de acciones de espionaje perpetradas desde Rusia hacia Chile. Quizá el caso más espectacular de todos es el del agente “Antares”, un espía ruso cuyo supuesto nombre era Alexey Ivanov, que fue enviado a Chile con el fin de asimilarse y aprender el idioma, con el fin de ser “activado” en cualquier momento. Vivió varios años en Providencia, sobornó a funcionarios del Registro Civil de San Miguel, con el fin de obtener documentos chilenos falsos, y en 2010, cuando un anillo de espionaje ruso fue detectado en Estados Unidos, huyó desde Chile, sin que se haya vuelto a saber de él.

David A. Phillips.

Ciertamente, hay muchos otros casos. Uno de los más espectaculares, sobre el cual escribí en mi libro La Conexión chilena, es el del agente de la CIA David Atlee Phillips, reclutado por dicha agencia en 1950 (la CIA fue creada en 1948), un sujeto que no solo cumplió misiones muy extrañas en Santiago, sino que estuvo posteriormente implicado en varios intentos de magnicidio, a tal punto que fue varias veces sindicado como partícipe del crimen del presidente John Kennedy. También estuvo implicado en un plan para asesinar a Salvador Allende (en 1970) y fue el agente que dirigió, desde Washington, el frustrado intento de golpe, que culminó con el asesinato del general René Schneider, en septiembre de 1970.

En este enlace se puede leer algo respecto de su vida, la que también implica su participación en el golpe de estado que culminó con el gobierno de Jacobo Arbenz, en Guatemala (en 1954) y lo que él considera uno de sus grandes “méritos”: haber sido el primer oficial de la CIA que se había fijado en la figura de Salvador Allende, en 1950.

Lota

Como se indicaba anteriormente, la CIA nació en 1947, luego de que tras el fin de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos decidiera desactivar la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), que había funcionado hasta esa fecha y que había sido tremendamente exitosa en su lucha en contra del nazismo.

La nueva agencia, sin embargo, tenía otro enfoque, otra orientación: el comunismo, y además de los problemas de posguerra que Estados Unidos enfrentaba en Europa, sobre todo en Alemania, se sumaba la preocupación que los norteamericanos tenían por América Latina y la posibilidad de que el comunismo avanzara en su patio de atrás.

En dicho sentido, si bien no conocemos la fecha exacta en que se instaló una “estación” (como se llama a las oficinas de la CIA en el mundo) en Santiago, sí sabemos que estaba operando a toda su capacidad para 1950, cuando el jefe de la estación, un tal “Bob” invitó a Phillips a comer congrio al mercado de Santiago, con el fin de ofrecerle unirse a sus huestes.

Según los datos desclasificados que hay acerca de Phillips, este siempre trabajó en la capital, donde uno de sus principales objetivos fue acercarse a un agente de la KGB soviética que formaba parte de un grupo de actores aficionados (motivo por el cual Phillips terminó incluso protagonizando una película).

Sin embargo, es evidente que la estación de la CIA también estaba muy interesada en lo que ocurría en el sur, de lo que dan cuenta dos documentos desclasificados, que datan de 1951.

El primero de ellos, de enero de ese año, es un informe que dice que se trata de información “sin evaluar” (es decir, básicamente es algo que llegó a los oídos de la CIA de alguna fuente no muy confiable) y relata los supuestos planes del partido Comunista, con el fin de crear disturbios en Lota y Coronel, en el contexto de una negociación sindical entre los trabajadores de las minas de carbón y los dueños. Para ello, indica el documento, los comunistas buscaron aliarse con los socialistas que había en la dirigencia de diversos sindicatos, sin que hubieran tenido aún respuestas, por lo cual evaluarían los pasos a seguir en un congreso del PC que se efectuaría en Temuco, entre el 12 y el 13 de enero.

De todos modos, se comentaba al final que no se creía posible que una eventual huelga en las minas de carbón “constituyera el mismo nivel de amenaza al gobierno que implicó la seria huelga del carbón de 1947”, refiriéndose a una huelga que se produjo en Lota, Coronel, Curanilahue y Lirquén, donde los enfrentamientos entre mineros y carabineros, el 20 y 21 de octubre, dejaron una cantidad indeterminada de víctimas, tras lo cual se dictó el estado de Sitio y se habilitó el campo de reclusión de Pisagua, a cargo de un entonces oficial de Ejército: Augusto Pinochet Ugarte.

El presidente de aquel entonces, Gabriel González Videla, culpó de los hechos al Partido Comunista (que lo había ayudado a llegar al poder) y rompió relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y Checoslovaquia, tras lo cual fueron relegados numerosos dirigentes comunistas y desaforados cinco senadores, incluyendo a su ex jefe de campaña, Pablo Neruda, y quince diputados comunistas.

En abril del año siguiente el gobierno de González Videla propuso la llamada “Ley de defensa permanente de la democracia”, que en la práctica dejaba fuera de la Ley al comunismo. Fue aprobada en septiembre de 1948 y estuvo vigente hasta 1958.

El segundo texto de la CIA señala que el 5 de septiembre de 1951 efectuó una reunión auspiciada por el comité Pro-Paz de Concepción, que reunió a unas 300 personas en la plaza Chillancito de Lota.

Según el reporte, el primer orador fue el presidente de las juventudes de dicho comité, Isaac Carrillo, quien dijo que “el movimiento pro-paz a hombres de buena voluntad, sin importar la raza, religión o política. Apuntó a que él había sido un católico devoto, como lo es la escritora Gabriela Mistral” y denunció que Chile quería enviar tropas a combatir a Corea, agregando que esa idea se había frustrado por decisión de la gente, “que no quiere la guerra, que solo beneficia a los yanquis imperialistas, que están masacrando a las indefensas personas de Corea.

Acerca de una huelga que había en ese momento en el mineral de Schwager, señaló que “los trabajadores estaban tomando medidas efectivas para remover el directorio del sindicato, que estaba tomado por traidores”.

El siguiente orador, según la CIA, fue Fernando Steffens, miembro del comité Pro-Paz de Concepción, quien explicó los efectos de las bombas atómicas, luego de lo cual habló el desaforado diputado Víctor Galleguillos Clett, representante del Partido Comunista por Antofagasta, quien llevaba un saludo de los también defenestrados senadores comunistas Elías Lafferte y Salvador Ocampo.

Junto con incitar a los presentes a unirse al movimiento antiguerra, aseveró que gracias a los esfuerzos de Lafferte y Ocampo “era casi seguro que la maldita ley de defensa de la democracia sería abolida, caso en el cual numerosos trabajadores relegados podrían volver y en el cual el poeta Pablo Neruda podría regresar al país”, aludiendo a la fuga de Neruda de Chile en 1948, cuando se dictó una orden de detención en contra del futuro premio Nobel, lo que lo llevó a escapar de Chile, lo que incluso fue dramatizado en la película Neruda, protagonizada por Gael García Bernal, entre otras estrellas.